Desde hace tres años mi vida es todo un cuento de hadas (ja, ja, ja que presumida suena esa frase). Tengo una buena vida, una casita super linda, un esposo que es maravilloso, que me complemente, me hace feliz y además cocina muy bien (aunque no sean quecas), un trabajo que me divierte y me permite llevar una vida económicamente tranquila e incluso caprichosa y un perro gordo, precioso y necio que hace nuestra vida mucho más interesante.
Claro que podría ver las cosas de manera mucho más trágica: mi casa es ridículamente chica, mide 50 mts. cuadrados literalmente, no tiene horno y ni siquiera cabe un refrigerador de tamaño normal, mi perro es histérico y masoquista, yo tengo lupus y eso a veces me limita en muchas cosas y el trabajo de vez en cuando me saca canas verdes -u ojeras moradas si hay que quedarse hasta la madrugada- y el estigma de no haber acabado aún la maldita tesis cuelga sobre mi todo el tiempo.
A pesar de todo esto genuinamente creo que mi vida es buena y todo iba bien hasta hace un par de meses que le dijeron al Arqui (el esposo) que está enfermo y le empezaron a dar medicinas para tratarlo, medicinas que nos impiden reproducirnos porque podrían hacer que el bebé naciera con 6 dedos o 4 ojos. En realidad no teníamos planeado tener hijos pronto... de hecho ni siquiera hemos decidido si queremos hijos o si queremos ser ricos y tener mucho tiempo libre en el futuro para disfrutar una vida sin pañales ni chillidos. A pesar de eso me estresó la prohibición... porqué?
No comprendo porque lo prohibido siempre te provoca... que causa tan extraña te impulsa a desear algo que antes de que te lo prohibieran ni siquiera era un tema importante en tu vida... racionalmente soy muy feliz como yuppie-burocrata sin más preocupación o responsabilidad que sacar al perro a dar una vuelta y llegar a tiempo a ver Grey's Anatomy (y lo acepto también Gilmore Girls aunque sea cursi), pero emocionalmente el gusanito está ahí.. qué pasa conmigo?!?! ¿Así somos todos de contradictorios?